Isabel, desde sus inicios, sufrió duras pérdidas –fue separada de su
madre siendo niña y obligada a vivir en la corte por su hermanastro el
rey Enrique IV- y se vio forzada a tomar importantes decisiones. Y,
además, se mostró firme e inquebrantable ante todas las posibles
imposiciones de matrimonio.
Así, defendiendo su derecho de elegir
esposo, al punto de poner en peligro su vida, se casó con Fernando de
Aragón. Pero entonces se convirtió en objeto de maledicencias y apuros
económicos.
Ésta es la historia de una mujer de gran
temperamento. Una soberana de raza, que luchó a brazo partido en una
época de grandes cambios y complejas intrigas. La historia de cómo una
muchacha inexperta lo dio todo por una obsesión: ser reina.
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