
Nadie puede entender el dolor de Lennie, o eso piensa ella. Nadie puede llegar a sentir el tremendo vacío que ha supuesto la muerte de Bailey, su hermana mayor. Ya no podrán contarse secretos, ni compartir su vida, ni imaginar dónde puede estar esa madre que las abandonó hace tanto tiempo. Ni Abu, su abuela, la que pinta mujeres verdes y tiene muy vivo el recuerdo de su hija; ni su tío, Big, ni tampoco su mejor amiga, Sarah. Nadie.
Bailey murió de un ataque al corazón, mientras representaba el papel de Julieta en el teatro Romeo & Julieta. Desde entonces, para ella nada ha sido igual. Mantiene su recuerdo atrapado en la habitación que compartieron, ahora llamada El Santuario. Allí, Bailey está viva, entre la ropa, en su mesita de noche, entre sus cuadernos. Ella misma nos presenta trozos de su vida, de sus recuerdos sobre Bailey allá donde ha escrito: en papeles, envoltorios, vasos y demás superficies donde sea posible escribir.
Sólo puede sentirse bien de dos maneras. Una de ellas es cuando está con Toby, el novio de Bailey antes de que ella muriera. Parece que, cuando están juntos, pueden hacerla revivir, convertir su recuerdo en algo real y cercano. Siente que es la única persona que realmente la entiende, que comparte su dolor y su pena, que la puede consolar.
La otra manera es estando con Joe Fontaine. El chico nuevo, alguien que sólo la conoce después de la muerte de su hermana. El que se acerca a ella, el que comparte su amor por la música y quiere oírla tocar, el que hace que olvide a Bailey, el dolor, su pena. El chico del que se enamorará, y la hará comprender que el cielo está en cualquier lugar.
Un día, hace años, estaba tirada en el jardín de Abu y Big me preguntó que estaba haciendo. Le dije que estaba mirando al cielo. El dijo: "Eso es un error de planteamiento, Lennie, el cielo está en cualquier lugar, empieza en tus pies". Al besar a Joe, por primera vez en la vida me lo creo
No hay comentarios:
Publicar un comentario